sábado, 21 de agosto de 2010
Norma Henriquez Posada / 8 Poemas y una prosa
RETIRADA
Luego de aquella tarde
En que miré tus ojos
Distantes como el cielo
Y fríos como el hielo,
Tomé el timón de mi alma
Cambié las coordenadas,
Y redirigí su rumbo,
En franca retirada.
El corazón dolía
Pues la herida sangraba
Mas la razón decía
Que no quedaba nada…
Y no conté los grados
Que mi vida giraba,
Tan sólo me alejaba
¡De tu puerta cerrada!
HASTA AYER
Hasta ayer madre mía
Un gran temor sentía
De hallarme frente a frente
Con mi alma y mi agonía
Después de tu partida
Tan sólo eso persigo:
Estar conmigo, a solas,
Porque sueño viejita
Que las alas de tu alma
Se extienden amorosas
Para abrigar mi herida,
Para calmar mi frío…
Y un día, no lejano,
Tiendes a mí tus manos
Y recibes el alma,
De tu hija –en agonía-
MI ERROR…
Perdóneme, Señor…
Por mirarlo insistente,
Es que…tiene los ojos
Del hombre que
en mis sueños,
Robó mi corazón…
También copió su risa,
Su acento…su donaire
Y el timbre de su voz
Imaginé…
que eran sus manos
Las mismas que cubrieron
con afecto y ternura
-De mi cuerpo cansado-,
Cada espacio y rincón…
Sus brazos me recuerdan
Aquellos que -cual niña-
Me elevaron del piso
Al morir de dolor
Y abrigada en su pecho
Regresaba el calor,
la tibieza y pasión…
Y se marchaba el frío
que helaba el corazón
y sobre sus rodillas,
mi huella, -fiel quedó-…
Perdóneme, Señor…
En mi angustia, deliro
En mi añoranza, evoco…
Lo que creí era AMOR…
Perdóneme, Señor…
Ha sido un grave error,
Es que...no tiene aquello
Que mi sueño soñó…
Pues no encuentro
su humor, su pasión,
su ternura,
el brillo de sus ojos,
ni del alma – el candor-
Y lo más angustioso:
¡No encuentro el corazón!…
QUEDAMENTE…
Detente corazón:
no estés ansiando…
Serena -finalmente-
tus latidos,
porque apenas
percibo los gemidos
de tus ansias,
dormidas…esperando
Detente corazón,
entierra sueños,
libera los deseos encerrados,
comprende que el amor
¡Se te ha negado!
Palpita corazón,
tan quedamente
que tan sólo yo sepa
que aún suspiras
y parte silenciosa,
lentamente…
renunciando a la dicha
tan esquiva
Palpita corazón…
muy quedamente…
BUSCANDO TU TERNURA…
Crucé por tu colegio
Hermoso niño mío
Buscando de tu infancia
Un rastro de ternura
Que borre la amargura
De tanta indiferencia
De tanta lejanía…
No queda hermoso niño
El brillo de tus ojos,
De tu alma la inocencia
Ni la extraña tibieza
De tu dulce sonrisa
No queda nada, nada,
Que me amarre a la vida
No quedan ni palabras,
Tibiezas contenidas,
Tan sólo las ofensas
Que sepultan mis días…
Ay, amor de mi alma
Qué hondas las heridas
Con las que me recibes
Ahondando mi agonía
Ay, amor de mi alma,
Ay, muerte de mi vida…
PREGUNTANDO AL CAMINO…
Salirme despacito
De mi lecho nupcial,
De la alcoba que un día
Acunara en silencio
Mi risa, mi ternura,
Mi pasión, mi pesar…
Salir dudando acaso
De mi soñado hogar…
Salirme de tu vida
Para no regresar…
Salir de mí, temblando,
Y dudar y dudar…
Salir de ti, pensando
Cuánto te llegué a amar
Salirme de la vida
Salir de mi llorar…
Preguntando al camino
Si me ha visto pasar…
Si alguien de mí se acuerda,
Si me suelen nombrar,
Si el implacable olvido
Mi sombra, borrará…
INEXPLICABLEMENTE
El dolor que me ahoga,
Impide que camine
E inexplicablemente
vigoriza mis alas
echándome a volar…
Y en vez de doblegarme,
Me fortalece aún más,
Erguido está mi talle
De tanto soportar,
Impávidos mis ojos
De llorar y llorar,
El corazón cansado
De amar, tan sólo amar
La vida -se ha marchado-
¡No la puedo encontrar!…
EL DULCE OLVIDO…
Bien sé querido amigo
Que no hay cadenas dulces,
Aunque dulces parezcan,
Te regalo mis alas
Para que atrapes sueños
Y enredes una estrella
Que te lleve a volar…
Ve y corta aquellas flores
Que entretienen tu andar,
Mientras un fiel capullo
Disfrazado de alma
Se aduerme en su penar…
Ve…
Y bebe amigo mío,
De todas esas fuentes
Que puedas encontrar
Mientras se va secando
Mi fuente de cristal…
Ve…y ve mi amigo,
No mires nunca atrás,
Olvida aquel sendero
Que a mi vera, te trajo
Y de mí… -te alejará-…
Ve, y ve querido…
No vuelvas nunca atrás,
Olvida hasta el olvido,
¡Ya no me importa más!…
LA TONADA DEL RÍO…
La mujer solitaria bordeaba siempre el río: la mirada distante y apenas…si lo oía. Pero un día distinto…de su alma abrió las puertas y aguzando el oído, escuchó la tonada que brotaba del río. A veces, era fuerte… parecían rugidos de alguna fiera herida que contaba en su grito, la rabia contenida. Más tarde…se hacía débil, apenas un suspiro del corazón vencido, consciente en su agonía de que se iba la vida…
Y aquel día distinto, la mujer se detuvo, bajó cerquita al río y se sentó a la orilla y luego de mirarlo cerró sus ojos tristes…lo contempló de veras, con los ojos del alma y en silencio, con los labios cerrados, le preguntó a aquel río cuál era su secreto, el porqué de su lamento y qué lo motivaba a aquella sinfonía con notas tan distantes, notas que se movían extrañas e imprecisas, entre el amor y el odio, la muerte y el olvido, la dicha y la agonía. El río silencioso, sin emitir sonido, le desnudó su alma a la desconocida: Le contó que hacía tiempo llevaba una profunda herida, que aquél dique trazado por los seres humanos, lo había contenido cortándole las alas, los sueños, los latidos y de allí, su rugido, su furia y su agonía.
Ella, sin conocerlo…se sintió conmovida, porque también tenía la vida contenida, represada, amarrada a tanta fruslería…Ella…igual que aquel río, tampoco había vivido y la vida se iba…se iba y no quería intentar retenerla, ya no tenía sentido. El río, era distinto: tenía fuerza, motivos…su rabia contenida: la rabia, era un motivo. Ella no lo tenía, ni siquiera sentía rabia, apenas sentía frío: el frío del olvido, el de la indiferencia, y por causa del olvido, su corazón dolido, renunciaba aquel día, a otro nuevo latido.
***
Norma Henriquez Posada. Poetisa y sicóloga, nacida en Caldas (Antioquia). Tiene publicado el libro Sentimientos, editado en 2006. Vive y sigue soñando versos en Envigado.
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